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Leer másAdaptarse al cambio inesperado: La lección de Kafka en «La Metamorfosis»
Si de pronto se te rompe un espejo, ¿cómo los reparas?… quizá lo deseches, pero ¿qué pasa cuando este espejo eres tú mismo?
Imagen del banco Pexels (con edición)
Las crisis son inevitables… ¿Qué haces cuando te das cuenta de que de pronto todo es totalmente distinto?
¿Estás viviendo uno de esos momentos en los que deseas que todo sea un sueño? ¿Sientes que las cosas son tan irreales que te encuentras confundido, con duda y estrés por el futuro? Si es así, es probable que necesites una guía que te enseñe las bases del cómo adaptarse al cambio inesperado.
Sabemos que no todas las situaciones son iguales, las etapas no siempre tienen el mismo orden, ni todas las emociones humanas se ven afectadas de la misma forma, pero si hay algo que puedes elegir, es cómo decides lidiar con ello.
La historia de Kafka en La Metamorfosis ha sido interpretada principalmente desde significados sociales, sin embargo como individuos también puede enseñarnos duras pero importantes lecciones. Tanto si has leído este libro, como si no, su contenido puede servirte, ya que concuerda con las etapas de crisis identificadas por muchos psicólogos, ya sea que tu problema es que despiertes totalmente convertido en algo horrible (como Samsa, el protagonista), o que tengas un pequeño, pero difícil percance.
Este artículo parte de la lectura reflexiva, la búsqueda de información, y las experiencias (de esas que te dejan un poco devastado). Sentimos empatía hacia tu situación, y aunque cada viaje es distinto, esperamos ayudarte a encontrar el suelo para esas veces en que despiertas un tanto aturdido.
Tic, Tac, Riiing. Un sonido imparable que te aturde, te despierta y te deja desacomodado y confundido.
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Adaptarse al cambio: El despertar
Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto.
Kafka, 1915. P.1
Esta es la primera línea que te encuentras en «La Metamorfosis», y aunque se vea bastante fantasiosa, en realidad es una gran metáfora del cómo nos sentimos cuando ese sonido repentino del despertador inesperada nos pone de pronto frente a un momento difícil.
Nos sentimos a nosotros o a nuestra situación como un terrible insecto que aparece de la nada; como algo repudiado que deja de ser «normal» y ya no encaja en el rol que había previsto, en los sueños que habíamos forjado; impidiéndonos ser felices.
Cuando estos cambios ocurren de forma tan súbita como a Samsa, es normal que nos cueste entenderlos. A veces solemos tener una vida tan planificada, que un cambio nos desequilibra, y, por alguna extraña razón, hay golpes que vienen juntos y se aglomeran como un montón de despertadores sonando escandalosamente a la vez, causando una crisis que hace difícil adaptarse al cambio.
Entras en crisis porque sin quererlo, el mundo al que creías seguro y real se cae en mil pedazos. Y aun cuando seas de esas personas que son tan precavidas que evalúan los riesgos a sabiendas de que algo malo puede suceder, te afecta. Es aquí cuando las patas del insecto que ahora ves comienzan a asustarte y te hacen desviar la mirada, pero debes saber que aun cuando las evadas, seguirán allí.
En ocasiones, la carga emocional es tan grande y las emociones tan incontrolables que se esconden como si se metieran en una congeladora y permanecen ahí, hasta que estamos más fuertes para poderlas procesar. Sabemos que estamos en crisis, pero hay momentos en que no nos sentimos así. Es como estar despiertos y dormidos a la vez.
Canales, 2016. P. 139
Abres los ojos, los cierras con miedo, pero la realidad no te deja dormir de nuevo.
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El Cerrojo
Volvemos entonces a intentar dormir, a ver si de esa forma despertamos una segunda vez en una realidad distinta, una mejor que no exija adaptarse al cambio, pero cuando llega ese momento en que ya no puedes cerrar los ojos, es hora de enfrentarte a esa vida que te espera tras la puerta y te llama de forma insistente. ¿Da miedo? Por supuesto que sí, y esta etapa es completamente normal.
En algún punto casi inmediato, las personas y la vida misma exigen que respondas ante el deber. Posiblemente, muchos no entenderán tu miedo inicial a abrir el cerrojo, y al abrirlo será muy notorio que algo anda mal. Abrir la puerta es dejar ver el insecto, aunque hagas todo lo posible por ocultarlo, pero fingir que no ocurre nada suele ser mucho más difícil, pues todos lo ven, aunque desees negarlo.
Entonces, lo primero es que intentes concentrarte en cómo resolver problemas inmediatos sobre los que tienes una responsabilidad; luego, con calma, es importante que asimiles tu posición y abras poco a poco la puerta. Esto no significa explicarle todo a todos tu situación, sino buscar apoyo en quienes merecen tu confianza y dar cara a tus obligaciones principales sin dañarte en el intento.
Al otro lado
Al quitar el cerrojo, descubrirás que al otro lado de esa puerta existen distintas opiniones, miradas que te juzgan y esperan que respondas a sus expectativas. A veces, no poder ser quien esperas que sean puede lastimarte, pero intenta mantenerte sereno. Frases mentales adaptativas te ayudarán en este camino: no seas tú quien se juzgue, sino quien se acompañe con sabiduría para salir adelante.
No te juzgues por no poder resolverlo todo dando el 100%, irremediablemente no todos tendrán la empatía que esperas y puede que se salgan de tus manos algunas cosas; pero esto ayudará a que veas de forma objetiva la realidad, sumergiéndote en el proceso de adaptarse al cambio.
Si necesitas hablar con alguien, aclarar una circunstancia o buscar una respuesta, puedes hacerlo buscando ser objetivo, pero recuerda: no eres responsable por lo que los demás hagan, piensen o digan, y no es justo que cargues pesos que no te pertenecen. Acepta, reconoce, agradece y mantén el foco en intentar entender también la posición ajena.
¿Qué hacer ahora? Samsa, en el libro, pensaba en que podía volver a su rutina, que todo estaría arreglado, pero al abrir la puerta y observar que en su nueva forma no era aceptado, que no podía ejercer su función y nadie le entendía, fue aislándose bajo el sofá cada vez más, es aquí donde entra la siguiente fase.
Tomas los pedazos y comienzas a mirarte, fragmentado, dolido pero aún vivo, aún con fuerza.
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El sofá, tú, y tus cientos de patas
Una vez que lidias con tus responsabilidades inmediatas ante los demás, entonces entras a la siguiente fase, la de evitar negar la crisis ante ti mismo.
Hay (y acá me incluyo) quienes prefieren quedarse en total soledad un tiempo, esconderse para que nadie detalle la forma de insecto que ahora portan, ocultando sus oscuridades y sus problemas hasta que todo esté mejor, y esto está bien. Es permitido pensar e hibernar un poco; es permitido que al inicio no consigas comprender la situación y te niegues a creerla; sin embargo, no puedes permanecer allí para siempre o fingir que tu plan marcha de la misma forma.
Ahora que te han crecido patas y antenas, debes intentar aceptar tu nueva forma, reconciliarte con ese aspecto y pensar en cómo estar mejor para lograr la meta de adaptarse al cambio. Es normal que pases horas tocando las heridas y pensando en un millón de porqués, pero es más sano si transformas cada duda en una reflexión que te permita cambiar un porqué en un para qué.
Piensa: ¿Qué es lo que estas aprendiendo con esto?, ¿qué enseñanza te está dejando?; recuerda cada cosa en la que creas haber fallado, pero no desde el dolor, sino desde el aprendizaje. Al final, es importante saber que no puedes controlar la vida, solo puedes controlarte a ti mismo y lo que haces en ella.
Toma tu tiempo bajo el sofá para recuperarte y recoger fuerzas que te hagan más sabio, sin culpabilizar a nadie, sino pensando, sintiendo y mirando tu presente y tu nueva realidad sin resistirte a un cambio que ya es inevitable.
Una explicación está en mi área de control, como no coger paraguas. La otra explicación corresponde a factores ajenos a mi control, como la lluvia.
Asuero, 2014. P 22.
Miras otros espejos completos, pero distintos al tuyo, ajenos a aquello que crees haber perdido.
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Aprender a trepar
Adaptarse al cambio no es algo fácil. Entras en una montaña rusa de emociones, unas veces estás arriba, y otras basta con un detonante muy pequeño para caer. ¿Cómo trepar? Puedes aprender a tenerte paciencia e ir asumiendo paso a paso tu nuevo rol, más allá de lo que los que están a tu alrededor digan que debes hacer, sentir o pensar, pues solo tú eres capaz de entenderte y reconocer tus capacidades.
En un momento así, hay quienes se acercarán a darte consejos o decirte lo que deberías hacer. Y aunque existen modelos sociales que con el tiempo han probado servir en mucha gente, muchas veces solemos reflejarnos en espejos ajenos pensando que lo que a los demás les funciona es lo correcto y debe ser así, pero la verdad es que tu realidad y tu camino son solo tuyos.
Aprender de experiencias de otros o pensar en ellas no está mal, sin embargo, tu vida no es comparable a la de nadie, aunque tenga similitudes. Puedes tomar los consejos de forma consciente estudiando qué puede servirte y qué no, pues repetir totalmente un patrón exacto, a veces nos hace más daño o nos causa problemas que antes no teníamos, porque va a depender de limitaciones y creencias ajenas.
Si en este momento te ves como un insecto, ¿qué tan malo puede ser? Ahora tienes patas y alas. Otra persona (que no las tiene, o que ha aprendido a usarlas de forma distinta) podría decirte que debes cortarlas y aprender a caminar como lo haría un humano «normal»; pero ¿no crees que lo mejor para ti sería trabajar la destreza, trepando hasta el techo para sostenerte en lo alto?
Puedes tomar tus nuevas patas, y definir tus propios límites y necesidades, ya que es en las crisis cuando aprendemos a conocernos mejor.
Ahora tus fragmentos, aunque diferentes, se parecen más a ti; a lo que eres y lo que necesitas.
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La verdadera metamorfosis
Evitaré hacer spoilers del libro, pero quienes lo han leído, saben que su final no es demasiado optimista; pues hablando en forma realista, las crisis, al igual que las heridas, tienen consecuencias y dejan marcas difíciles de superar.
La vida está compuesta de pérdidas y ganancias, oscuridad y luces; siempre existirá alguna injusticia. Es parte del camino haber dado un mal paso que nos lastime, y habrá entornos que buscarán probar nuestra capacidad de confiar. Sin embargo, podemos trabajar duro para enorgullecernos de las cicatrices y volver al mundo distintos, pero con un caparazón fuerte y heridas que hayan cicatrizado bellamente.
Como apunta Slaikeu, el término chino para crisis, weiji, está conformado por dos caracteres que significan ‘peligro’ y ‘oportunidad’ a la vez. Y la palabra castellana crisis tiene su origen en el término griego krinein, que significa ‘decidir’. «Las derivaciones de la palabra griega indican que la crisis es a la vez decisión, discernimiento, así como también un momento crucial durante el que habrá un cambio para mejorar o empeorar».
Slaikeu, citado por Asuero, 2014. P 39.
Habrá días en los que pienses que realmente ya no tienes nada que perder; pero es justo en esos días en los que tomar tus miedos y usarlos como impulso, te hace fuerte. Pues si de verdad no tienes nada que perder, entonces vale la pena arriesgar.
Escribe el final de tu propio cuento
Si quieres liberar emociones, hazlo; si necesitas llorar, llora; si debes quedarte bajo el sofá un rato, eres libre de hacer eso; pero no te paralices mucho tiempo, ahora muchas cosas están en tus manos.
Whitfield, en el libro Healing the Child Within, certeramente afirma: «Al final, no podemos controlar la vida, así que entre más tratamos de controlarla, nos sentiremos más fuera de control, porque estamos enfocando toda nuestra energía en algo imposible, en algo que no se puede conseguir. Frecuentemente, la persona que se siente fuera de control está obsesionada con alcanzar ese control sin nunca conseguirlo…»
Whitfield, citado por Canales, 2016. P. 241
Recuerda que todo pasa. Cada vez, y si realmente te propones soltar los pesos que no te corresponden, asumir las consecuencias de tus actos, agradecer lo bueno y lo malo, y trabajar en tu crecimiento, verás que adaptarse al cambio será más fácil.
Extrañarás mucho tu vida antes del cambio, pensarás en qué pudiste haber hecho para evitarlo, y pasarás por un proceso duro, pero con el tiempo verás el agua más clara; aceptando lo que pasó. Llegarás a entender que despertar así fue lo mejor que te pasó, y si no, al menos te dejó un enorme aprendizaje, que te permitirá hacer las cosas mejor en situaciones similares a futuro.
Has quedado marcado, ahora tienes otra forma, pero puedes rearmarte y volver al mundo, ahora con un gran aprendizaje.
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Bibliografía
Asuero Andrés Martín (2014). Aprender a Cambiar con Mindfullness. Plataforma Editorial, Barcelona.
Canales Joseluis (2016). Despídete Sanamente de un Amor. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. México
Kafka Franz (1915). La Metamorfosis. Editorial Alianza. Madrid, España
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Grecia Celeste
Soy una joven exploradora de la imagen, la introspección y la literatura como maneras de inspirar y crear. Busco la conexión emocional y narrativa en cada proyecto; indago, analizo… diseño historias.