¿Cómo inspirarse a través del pasado?: Recordar para reinventarse

Imagen del banco Pixabay (con edición)

¿Te has sentido desorientado entre lo que fuiste, eres y serás?, Rememorar puede ser una buena forma de rehacernos, pero ¿cómo inspirarse a través del pasado?

En ocasiones paradójicamente tenemos miedo a avanzar por temor a que con ello estemos retrocediendo; nuestras memorias a menudo se convierten en fantasmas que nos persiguen. A veces tememos que el futuro no sea mejor que lo que un día tuvimos: Es así como nos quedamos estancados en una capsula que nos impide inspirarnos.

Un sujeto que viviera solamente el presente, o el anhelo de un futuro soñado, sin detenerse a rememorar su pasado, no sabría quién es.

(De Zan, 2008. P s/n)

Nuestras acciones dependen de emociones y pensamientos tan avasallantes que pueden crearnos bloqueos en los que la primera opción es desechar lo que hemos hecho anteriormente buscando renovarnos. Aun así, aunque parezca increíble, puede pasar que la manera para reinventar es pensar en cómo inspirarse a través del pasado para hacer de él y de nosotros algo grandioso: la respuesta a aquello que necesitamos está en nuestras propias memorias y conocimientos.

Entonces, ¿se puede ser auténtico basándose algo anterior?; por supuesto. Pues, aunque esta es una idea muy ligada al subconsciente del psicoanálisis, rememorar no es un acto puramente individual: frecuentemente vemos cómo el pasado puede dar origen a algo que termina generando empatía.

…la tematización de aspectos de ese pasado en el cine (ficción y documental) y la literatura, la aparición de un sinnúmero de estudios periodísticos, la construcción de museos y memoriales, los encendidos debates públicos y sus repercusiones en las columnas de los diarios, así como el auge de los testimonios en primera persona de los protagonistas de ese pasado, dan cuenta de su creciente preponderancia en el espacio público.

(Franco y Levín, 2007. P.1)

cómo inspirarse a través del pasado

Fragmento de la película Memento (2000). Cristopher Nolan. (De cómo utilizar el pasado para innovar)

Las formas que toma el recuerdo

Así, los recuerdos no son solo nuestros, son compartidos; por eso generan impacto en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Indudablemente, recordar es un verbo que acontece de varias formas: recordamos desde nuestras emociones y experiencias; desde la sociedad a la que pertenecemos (nuestra historia); y desde el aprendizaje que nos ofrecen ambas partes.

Apenas nacemos, nuestra mente comienza a almacenar información que se divide entre memorias de largo y corto plazo; es en ellas donde poseemos la capacidad para acordarnos de cómo funciona nuestro mundo (cómo hablar, cómo usar objetos…). Pero no solo se trata de eso, también allí se guardan imágenes mucho menos mecánicas, escritas por alguna marca emocional en la que nos apoyamos para modificar nuestra personalidad y acciones.

De esta forma nuestro contexto, las cosas que nos pasan y las historias ajenas influyen en nosotros a gran escala. Algunas teorías como la de Hawl Halbacwchs indican por ello que la memoria es colectiva; por lo que al rememorar acontecimientos estamos dejando una huella que puede servir de ejemplo para los recuerdos de alguien más, que a su vez transmitirá esto en un nuevo ciclo.

En consecuencia, cada quien se ve marcado de forma diferente por su pasado: algunos se sienten conmovidos por su contexto social y otros por eventos personales que les llevan a la necesitad de convertir sus sentimientos en renovación, en creación que desemboca en arte, literatura, música, o en cualquier inimaginable forma de expresión.

cómo inspirarse a través del pasado

Fusilamientos/ 3 de Mayo. (1814). Goya

Recuerdos compartidos, recuerdos históricos.

Algunos como Goya o Picasso han tomado en ocasiones su versión de esta memoria (su memoria histórica), encontrando cómo inspirarse a través del pasado y expresar sus inquietudes desde una visión social, pues es su sociedad la que les inquieta, buscando de esta forma intentar que nadie olvide aquello que le produce malestar.

Ahora bien, cuando se recuerda de esta forma, aquello que se transmite es relativo; ya que la memoria (a diferencia de la historia) es imprecisa. Aquello que memorizamos a veces es una imagen idealista de algo que no es tan real como creeríamos, y que va modificándose con el tiempo.

La memoria histórica es necesariamente cambiante, siempre es parcial y selectiva y nunca es compartida de la misma manera por una totalidad social. (Juliá, 2007, P.s/n)

Así esta visión suele de ser compartida por muchos, pero siempre será subjetiva y contradicha por otros; puesto que al expresarla dependemos de un punto de vista propio; de una perspectiva individual que en el fondo es la que deseamos mostrar y que habla de nosotros mismos y aquello que sentimos.

Más aún, la noción de memoria nos permite trazar un puente, una articulación entre lo íntimo y lo colectivo, ya que invariablemente los relatos y sentidos construidos colectivamente influyen en las memorias individuales

(Franco y Levín, 2007. P.7)

Guernica (1937). Picasso

Nuestros recuerdos, nuestra identidad

En efecto los recuerdos nos forman. Nuestra identidad no es sólo nuestro nombre, edad, dirección o aquellos datos que damos por sentado cuando nos presentamos; nuestra identidad es un rompecabezas en el que las piezas se van obteniendo poco a poco a través del tiempo. Somos aquello que hacemos y pensamos; y que en un minuto deja de ser presente para convertirse en pasado, aquello que cala en nuestras emociones y se queda allí para siempre.

Es así como en algunos (sirviéndonos del ejemplo de William Uthermohlen), más allá de dar voz a lo que les afecta socialmente, predomina la idea de dársela a aquello que está dentro de sí mismos bien oculto en su memoria e identidad intentando ser liberado: Recordar nos permite como humanos sentirnos vivos y permanecer a través del tiempo.

En el mundo occidental contemporáneo, el olvido es temido, su presencia amenaza la identidad.

(Jelin, 2001. P.2)

De esta forma, en cada huella que dejamos retratamos lo que somos, para que quien la vea pueda interpretar nuestra identidad real (incluso cuando, a veces, el observador se trate de nosotros mismos); así vamos construyendo escalones que nos ayudan a entendernos y reinventarnos partiendo de emociones que de otro modo podrían ser complejas de expresar, y que de no hacerlo se transforman en frustración.

Autorretratos (años varios). William Utermohlen

¿Somos adictos al pasado?

Sin duda, recordar es vivir y perdurar. Acudimos al pasado en busca de aquello que hemos perdido o desconocemos conscientemente pensando en cómo recordarlo, liberarlo y expresarlo; y sea de la manera que decidamos usarlo (nuestro pasado hstórico y/o individual), logramos hallar esa pequeña pieza que le otorga sentido a lo que tanto nos esforzamos por hallar; pero antes de que todo aquello que hacemos se rija por nuestros recuerdos debemos aprender a establecer nuestras propias fronteras.

El pasado es maravilloso, es un evento que en nuestra mente se amolda a la forma como deseamos recordarlo y que puede ser de gran utilidad para quienes le toman como referencia, pues así se crean los cánones y bases que nos indican qué ha funcionado y qué no (hecho que aplica para cualquier creación e incluso para la vida misma).

Tenemos la posibilidad de usar el pasado como un modelo, pero, pensar de más en él puede fácilmente volverse adictivo; podemos pasar horas enteras observando una imagen, recordando una anécdota o simplemente especulando en lo que pudo haber sido y no fue, enfocándonos en qué hicimos entonces sin pensar en qué podemos hacer ahora.

Es por ello que la verdadera valentía está en pensar cómo inspirarse a través del pasado sin que éste se adueñe de nosotros y nos haga repetirlo sin reflexionar en las posibilidades de mejorar.

no hay razón para erigir un culto a la memoria por la memoria; sacralizar la memoria es otro modo de hacerla estéril [convertir] en insuperable el viejo acontecimiento desemboca a fin de cuentas en el sometimiento del presente al pasado

(Todorov, citado por Soto y Brito. 2005, p. 175)

 

La Columna Rota (1944). Frida Kahlo

El pasado como llave del futuro

Nuestro porvenir es incierto; nuestro futuro es algo que, aunque podamos planificar jamás lograremos determinar con certeza y depende de aquello que para algunos es el azar, para otros el destino. Por ello lo único que hasta ahora nos pertenece es nuestro presente y lo que hacemos con él. Así pues, el pasado que alguna vez fue presente debe estar allí como punto de referencia para abrirnos nuevos caminos; no para restringirnos y absorbernos en un repensar interminable, sino para servirnos de escalón.

Entonces, ¿Cómo inspirarse a través del pasado? Las opciones están allí; debemos aprender por nuestra propia cuenta a seleccionar lo bueno y lo malo de él y superar lo necesario (no a olvidarlo, sino a superarlo).

Muchos piensan que olvidar es lo mejor para avanzar, pero realmente el olvido solo nos hace repetir; por ello es correcto asimilar lo que fuimos, a darle su respectivo mérito a lo que un día creímos correcto y usarlo de apoyo y aprendizaje. Pues, como dice Zan en referencia al pasado:

No es más que un muerto vivo, condenado a habitar en el espacio muerto de la cercanía de los sepulcros, hasta que se convierta en un muerto muerto y reciba su lápida. Lo que no saben los sepultureros es que la obsesión de la memoria los ata también a ellos al mismo pasado, les hace perder la capacidad de vivir creativamente el presente y proyectar un futuro diferente.

(De Zan, 2008. P s/n)

Bien sea que decidamos reinterpretar lo que un día hicimos, o servirnos de ello como un error que nos indica qué no hacer… lo que fuimos siempre estará allí con nosotros: no podemos modificarlo, no podemos volver atrás ni mucho menos podemos huir de ello, solo podemos esclarecerlo y pensar en cómo inspirarse a través del pasado usándolo a nuestro favor para crear, sanar, trascender, reinventar y continuar persiguiendo el lugar al que queremos llegar.

 

 

Bibliografía:

Juliá, S. (2007). De Nuestras Memorias y de Nuestras Miserias. Hispania Nova. Vol. 7.

Franco, M. y Levín, F. (comp.). Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007

Brito, R. Soto, M.  (2005).  Memoria Colectiva y procesos sociales. Enseñanza e Invesigación en Psicología. Vol. 10 (núm. 1). P.171-189

De Zan, J. (2008). Memoria e Identidad. Tópicos. Vol 16.

Jelin, E, (2002), Los Trabajos de la Memoria, España, Siglo XXI Editores.

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Grecia Celeste

Soy una joven  exploradora de la imagen, la introspección y la literatura como maneras de inspirar y crear. Busco la conexión emocional y narrativa en cada proyecto;  indago, analizo… diseño historias.

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