¿Cómo se aplica la equidad?: Ni feminismo ni machismo

¿Cómo se aplica la equidad? Hay muchas formas de empezar este artículo: una sería ir directo al grano, pasando por encima de lo que he sentido en el día de hoy, el día en que lo he escrito (conmemoración del día de la Mujer). Otra opción, sería explicar qué quiero decir con el nombre del título. Una tercera vía es hacer ambas de la forma más humana y personal posible, y es la que haré a continuación, sopesando emociones y pensamientos.

Podría auto-censurarme y no exponer aquí mi opinión del asunto sobre cómo se aplica la equidad, que de seguro generará emociones mixtas y, en el mejor de los casos, debate (me encanta el debate). Sin embargo, es el espíritu que quiero que construyamos en Naufragia: uno plural, donde las diferencias se escuchen en pro de la construcción de una sociedad mejor. Si censuro mi opinión, elimino la posibilidad de reconstrucción que tanto anhelo. Así que, me preparo para someter mi opinión al escarnio público y abrirme al debate sobre la sociedad que pretendemos construir.

En Siddharta, de Hermann Hesse, el libro que actualmente estoy leyendo bajo recomendación de uno de mis estudiantes, leí la siguiente frase:

“Escribir es bueno, pensar es mejor”

(Hesse, H., 2011. p50)

Y mucho, mucho, he pensado antes de escribir estas palabras sobre el cómo se aplica la equidad. He pensado tanto, de hecho, que también he sentido. Ya bastante he sentido, como muchos se podrán imaginar… pero caer en el juego del resentimiento, en el que cae el feminismo contemporáneo, es un juego que no me gusta jugar –y sin embargo un par de veces he caído.

El resentimiento no lleva a ningún lado, ni a ninguna solución razonable para las partes involucradas. Aunque hubiera una injusticia, debemos enfocarnos en la sociedad que queremos construir, y no en el sentimiento de desazón que producen ciertos eventos. A lo que me refiero es a que si se pretenden destruir los símbolos antiguos, es preciso crear unos nuevos. 

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La equidad en el sistema antiguo

Revisemos, entonces, el porqué del título: ¿Cómo se aplica la equidad? Y más aún «¿ni feminismo ni machismo?». Contrario a lo que muchos puedan pensar, pienso que el sistema que criticó el feminismo era, en cierto modo, equitativo –pero no a prueba de fallas. ¿Por qué digo esto? Por una razón bastante cuantitativa: las responsabilidades que se esperaban de la mujer, y las que se esperaban del hombre, estaban bastante bien distribuidas.

¿Cómo se aplica la equidad en el sistema antiguo? Los deberes, si bien eran distintos –y en muchos casos, limitantes–, permitían al sistema de la sociedad subsistir, procrear, generar una economía familiar estable y preponderaba la supervivencia de la especie. Si de la mujer se esperaba la crianza, la belleza y el hogar, del hombre se esperaba la fuerza, el sustento económico y la inteligencia.

La división de roles y el abuso de poder

Este sistema “equitativo”, que se puso en cuestionamiento desde el siglo pasado más fuertemente, no venía sin sus fallas: surgía un pretendido moralismo masculino, quien al ser él quien traía el pan a la mesa, a veces abusaba de su poder; además, se empoderaba con amantes con o sin el consentimiento de su cónyuge y participaba libremente en el devenir de la sociedad; se le permitía ejercer su profesión de una manera en que pudiera firmar sus libros –no sin los problemas que traían las diferentes “clases sociales”–, pero el hecho es que si nacías varón, podrías forjarte un nombre. 

En el caso de ser mujer, no tomarías parte en el devenir de la sociedad de forma directa, pues no tendrías derecho ni siquiera a votar… pero sí lo harías de forma indirecta, pues ¿quién cultiva el porvenir de la sociedad si no es quien cría a las futuras generaciones? Aun así, era difícil para las mujeres poseer una opinión crítica: no les estaba permitido estudiar de forma tan amplia como a los hombres.

Cuestionando el antiguo sistema

De cualquier manera, el viejo sistema se puso en cuestionamiento por las limitaciones que imponía a las mujeres, quienes muchas veces quisieron ser más que solo bellas amantes o buenas madres. El problema que se generó al cuestionar la “equidad” antes existente, sin embargo, fue bastante grande: ahora la mujer ha adquirido las responsabilidades de lo masculino sin perder las de lo femenino; y aunque de cierta forma la hayan empoderado los métodos anticonceptivos y legislaciones laborales cada vez más equitativas, además de la posibilidad de ahora sufragar y emprender en muchos países de Occidente, el camino aún no parece haberse balanceado.

El problema actual, pienso, tiene más que ver con la concepción que tenemos de lo masculino que con la que tenemos de lo femenino. Y es que no han sido solo las mujeres quienes han sufrido limitaciones con los roles de género de antaño.

La feminidad y la masculinidad en la actualidad

Antes de entrar en lo masculino, merece la pena preguntarse: ¿qué se espera de lo femenino actualmente? Por lo menos en la sociedad en la que vivo, se espera lo siguiente: ser bella, arreglarse, ser independiente, ganar su propio sustento económico; de convertirse en madre, que sepa poner a sus hijos como su absoluta prioridad; ser pura, no ser grosera, ser elegante, ser coqueta, ser dulce, poder también verse natural, tener buen cuerpo, tener una cara bonita, ser sexy en privado y recatada en público, tener una dieta y rutina sana de ejercicio, que se sepa maquillar de una forma no exagerada, y un largo etcétera, pero con lo anterior cubriríamos lo principal.

¿Qué sucede cuando analizamos los deberes de lo masculino? La lista disminuye en un par de ítems en particular, y aumenta en otros: Se espera que el hombre no llore, que sea fuerte, que gane dinero, que sea independiente, que sepa conquistar a varias mujeres, que sea competitivo y competente, que esté ejercitado, que sea atractivo. Si analizamos estos requerimientos con detenimiento, veremos que muchos coinciden con los “derechos” (que resultan más bien deberes) adquiridos por las mujeres ahora; sin embargo, en los hombres falta un derecho –y un deber– fundamental, si elige ese camino de vida y no el de la soltería: el de la paternidad y la familia.

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¿Cómo se aplica la equidad con roles dinámicos?

En una sociedad en la que muchas mujeres ahora optan por no tener hijos, el tema principal de discusión está siendo en torno a lo femenino, y no en torno a algo que se me hace mucho más importante: si las mujeres hemos adquirido nuevos derechos y nuevas responsabilidades, ¿cómo es posible que el rol de lo masculino se haya quedado inerte, como si el sistema de equidad anterior no hubiese sufrido cambios fundamentales? Escudriñar el cómo se aplica la equidad en este escenario requiere entender los cambios en el sistema.

Y es que estos cambios en la concepción de los géneros en cómo se aplica la equidad, incluso, afectan en el terreno de la pareja, donde el hombre no sabe –y con razón– cómo posicionarse:¿debo ser caballeroso, o se ofenderá ella si lo soy? Y así, antiguos valores de cordialidad y respeto se han perdido, en pro de un feminismo contemporáneo al que, francamente, lo veo más lleno de ira y resentimiento que de soluciones en pro de toda la sociedad. Con esto no quiero decir que no haya habido mujeres que, identificadas como feministas, han logrado grandes cosas en pro de todas nosotras y de la sociedad en si.

Humildemente quiero presentarles mis propuestas para un nuevo modelo sobre el cómo aplicar la equidad. Yo no tengo todas las respuestas, y es por ello que agradeceré cada aporte que ustedes puedan dar. Quienes me conocen sabrán que para mí los valores intelectuales han sido a los que les di prioridad durante la mayor parte de mi vida hasta ahora, así que ello se lo agradezco al feminismo hasta ahora expuesto: me ha permitido estudiar y formarme como profesional.

Cuestionando el feminismo

Desafortunadamente, no pienso que el feminismo esté enfocado desde una vía que sea la mejor para todos: la sociedad también está constituida de hombres, muchos de ellos con las mejores de las intenciones, que se hallan perdidos ante cómo posicionarse ante esta nueva coyuntura social.

La palabra “feminismo”, en sí misma, encierra a un género y excluye al otro: si construimos una nueva sociedad en base a una palabra que excluye al otro género –y muchas veces le trata con resentimiento–, ¿no estaremos acaso fomentando la guerra entre los sexos?

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¿Cómo se aplica la equidad?: Navegando hacia una nueva masculinidad

A pesar de mis reservas, sí me veo con la valentía de plantear algunas soluciones ante estos nuevos problemas respecto a una nueva concepción de masculinidad: cabe destacar que estas soluciones surgieron a partir de una discusión con mi pareja, quien por cierto tuvo que aguantar mis momentos de resentimiento, que en nada ayudan a construir una mejor sociedad si son mal llevados. Así que aquí expongo algunas de las conclusiones a las que llegué, tras conversar y reflexionar, esperando que sirvan para generar introspección, debate, y nuevas soluciones si estamos con mente abierta:

1- Los roles del hogar deben plantearse desde una nueva equidad:

Si bien es responsabilidad de la mujer amamantar a su hijo, será responsabilidad del hombre hacer algo equivalente para su núcleo familiar en ese momento. Cada familia debe determinar lo que es apropiado para sí: quizás algunas prefieran el antiguo sistema en el que la mujer era ama de casa y el hombre aportaba sustento, y siempre que ninguno de los dos caiga en una lucha de moralismo y poder, el antiguo sistema podría seguir funcionando. Sin embargo, de plantearnos un nuevo sistema, lo más apropiado sería que el hombre también ayudase en la crianza del niño: la paternidad debe tener igual importancia que la maternidad en el simbolismo colectivo.

Las reglas de esta nueva paternidad las deberemos determinar entre todos. No podemos tener como modelo a seguir un hombre que es libre, fuerte e infantil, pero que no atiende en lo absoluto a sus hijos (como Gokú). Los modelos que fomentan una masculinidad en que el hombre se desentienda de su paternidad (aún cuando tiene hijos) son perjudiciales para la sociedad. De esta manera, los derechos del hombre respecto a la custodia de sus hijos en caso de divorcio también deberán ser cuestionados: si seguimos en una sociedad donde “los hijos son de la madre”, estaremos fomentando un sistema en donde la paternidad no tiene lugar de prioridad.

2- La cordialidad 

La cordialidad debe fomentarse de ambos géneros hacia ambos géneros. Antes la caballerosidad era vista como una gran virtud, y ahora se está percibiendo como algo negativo que le quita independencia a la mujer. Seré sincera y aquí hablo desde lo individual: a mi me encanta que los hombres sean caballerosos, que fomentemos la cordialidad como sociedad no significa que como mujer no pueda ser fuerte, cuidarme a mí misma o ser independiente.

Ser caballeroso no siempre significa seducir, es simplemente una cuestión de respeto. De la misma manera en que del hombre se esperaría caballerosidad, pienso que de la mujer se debe esperar gentileza… por ello, podemos resumirlo en cordialidad, que es válida para ambos géneros.

Cada pareja determinará el tipo de cordialidad que le sirva en su relación, así como la forma en que decidan ejercer la cordialidad ante otros que no sean posibles parejas pero sean del sexo opuesto; lo que les puedo decir es que la amabilidad nunca sobra, y que una mujer la rechace me parece que es solo contraproducente contra sí misma y contra hombres que, de buena fe, solo le querían bien. Recordemos lo que significa ser cordial: una sinceridad dulce y espontánea.

Esta cordialidad, claro está, también deberá establecerse entre individuos del mismo sexo, aunque quizás aplicada de forma distinta.

3- La ternura y la tristeza deben empezar a verse como aspectos humanos y no sólo femeninos.

Un hombre puede sentir ternura por su hijo ­–o por un cachorro– tanto como la necesidad de llorar ante una injusticia, un luto, o cualquier tipo de evento desfavorable, y ello no lo hace menos hombre. Debe contemplarse una masculinidad no exenta de sentimientos: fomentemos una sociedad en que las emociones se gestionen de forma asertiva e inteligente, pero no que se repriman. El antiguo mito de que el hombre debe negar sus emociones deberá caer si queremos una sociedad más sincera y honesta consigo misma.

4- Consolidando la paternidad y sus derechos

Respecto a lo femenino, la brecha de ganancias, espero, pueda seguir siendo reducida. Sin embargo, hay que contemplar las particularidades de lo que significa ser mujer: menstruar y quedar embarazada para el planteamiento de un sistema laboral que entienda estas diferencias. La única manera de hacerlo, pienso, es no sólo exigiendo más derechos para la mujer, sino exigiendo más derechos para el hombre: la paternidad merece también descansos del mundo laboral para cuidar de los hijos.

Sólo si otorgamos derechos equivalentes (no iguales) en el plano familiar a los hombres, nos veremos en una situación balanceada como partes de un todo. ¿Quizás el primer año de cuidado del niño deba ser de la mujer, y el segundo del hombre? Ustedes lo pensarán y me dirán lo que crean al respecto. 

Me atrevo a decir que, desde el punto de vista empresarial, querré contratar a hombres en la misma medida que a mujeres, si ambos tienen derechos equivalentes y responsabilidades equivalentes: de nada me sirve contratar mujeres si van a quedar embarazadas y debo pagarles aunque no trabajen; pero en nada me será útil contratar hombres si dejan embarazadas a sus parejas y por ley –interna o externa– deben cuidar a sus hijos todo un año subsidiados por la empresa.

Al hacer las leyes equitativas en términos de maternidad y paternidad, la balanza se iguala, y el hombre adquiere derechos que antes no tenía sobre sus hijos. El empresario, por ende, entiende que la crianza es cosa de dos. Corea ya lo ha implementado y, quizás, deberíamos preguntarnos si esta ley debería ser tratada como un deber y no solo como un derecho: ejercer la paternidad y la maternidad como una obligación si se han tenido hijos (a menos que se opte por dejarlos en adopción).

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La sexualidad 

Otro tema de suma importancia para determinar cómo se aplica la equidad será cambiar la forma en que es vista la sexualidad, incluyendo por supuesto la sexualidad femenina. Sitios como OMGyes (Apoyado por Emma Watson) y activistas como Madonna han dado los primeros pasos al respecto: si queremos un mundo más equitativo, el placer y la sexualidad deben también entenderse como algo femenino y dejar de asociar a la mujer con la pureza y la virginidad, una concepción que le quita valor después de que ha tenido su primer encuentro sexual.

No estoy hablando acá de fomentar la promiscuidad o las infidelidades; a lo que me refiero realmente es a que si una mujer tiene pareja, (o ha tenido varias parejas durante su vida), ella también podrá disfrutar de los encuentros sexuales sin que ello conlleve a un juicio social; con lo que culturalmente se buscaría no solo que la mujer sea una buena amante, sino que el hombre también lo sea.

Para lograr una sexualidad sana en la sociedad, será preciso educar en este tema no sólo desde el punto de vista fisiológico, sino también desde el emotivo, comprendiendo la dimensión narrativa y simbólica ligada a este hecho social. Debe entenderse a lo femenino como una energía que es capaz de recibir y de dar placer, de un modo distinto en que lo masculino lo hace, pero de forma equitativa con ello.

¿Cómo se aplica la equidad?: Educación, cultura y justicia sexual

Será necesaria la consolidación de una nueva cultura del sexo si hemos de entender que ambos géneros merecen respeto y placer. Respecto a las violaciones, deberán ser ajusticiadas con la severidad necesaria, y ello incluye no solo violaciones a mujeres y niñas, sino a hombres y niños también. La forma de reducir las violaciones será, sin duda, con un cambio cultural que fomente el respeto. Recordemos que es la cultura la que previene o fomenta el crimen.

La educación sexual puede ayudar mucho, pero la creación de narrativas eróticas que contemplen la dimensión emocional y consensuada del acto sexual también podría ayudar en este aspecto. Lo que se propone no es crear erotismo “para mujeres” ni “para hombres”, sino para personas que sepan alternar y negociar entre ambas necesidades.

Quizás, podremos entender que:

«No se puede recibir placer sin darlo; […] todo gesto, caricia, contacto, mirada, todo lugar del cuerpo, tiene su secreto, que al despertarse produce felicidad al entendido. […] Los amantes, después de celebrar el rito del amor, no pueden separarse sin que se admiren mutuamente, sin sentirse a la vez vencido y vencedor; de ese modo, ninguno de los dos notará saciedad, monotonía, ni tendrá la mala impresión de haber abusado o de haber padecido abuso» 

Enseñanzas de Kamala en Siddharta. (Hesse, H., 2011. p50)
¿Cómo se aplica la equidad?

¿Cómo se aplica la equidad?

Recordemos que un sistema comprende derechos y deberes por igual, y que favorecer solo a unos ignorando a los otros conllevará, naturalmente, a que se desborde el río que intentamos canalizar. Saber cómo se aplica la equidad nos dirigirá, de la misma manera, a comprender que nuestro sistema de sociedad se compone de hombres y mujeres (de distintas orientaciones sexuales), que deberán ser tratados con equidad desde la calidez que nos hace humanos. Solo si nos atrevemos a mirar las sombras de nuestra sociedad podremos integrarlas de un modo beneficioso para todos.

A los hombres y mujeres que me hayan leído, les abro la puerta a debatir lo que para ustedes sería una sociedad más equitativa. No creo en la igualdad, porque hombres y mujeres no somos iguales, pero podemos hallar un sistema de equivalencias que sea apropiado para ambos, y así vivir desde el respeto y no desde la intolerancia a la otredad.

Son las diferencias las que nos fortalecen: la sensualidad, por ejemplo, es propia de ambos sexos, pero se manifiesta de forma distinta en cada uno. Planteémonos dichas diferencias con la mente abierta y construyamos una sociedad más equitativa.

No soy feminista, pero creo en la equidad, y le agradezco a las feministas los derechos que me han otorgado hasta ahora. Pienso que ya es hora de dejar ese término atrás por las razones antes expuestas. Planteemos nuevos espacios más inclusivos y construyamos esta renovada sociedad juntos, hombres y mujeres.

¿Qué símbolos quisieras asociar a la nueva concepción de feminidad y masculinidad? ¿Qué significa, ahora, ser hombre y ser mujer? ¿Cómo podemos generar una sociedad equitativa independientemente de las orientaciones sexuales que varían en cada género? ¿Qué leyes crees que ayudarían al sistema de la sociedad, comprendiendo la relación entre el derecho y el deber?

 

Bibliografía

Hesse, H. (2011). Siddharta. Editorial El Trébol. Venezuela.

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yuliana guédez forgiarini

Soy apasionada por conceptos universales e individuales relacionados a los seres humanos. Naufragia es mi bitácora abierta con un énfasis en la fotografía, el arte y el diseño; así como también la investigación humanista. Exploro y me sumerjo en cada proyecto hasta alcanzar su alma. Estoy abierta a comisiones y buenas conversaciones. ¿Quieres unirte a mis aventuras?

6 comentarios en «¿Cómo se aplica la equidad?: Ni feminismo ni machismo»

  1. Me parece un artículo muy acertado, creo que todas y todos deben leer tu punto de vista y tus propuestas. Yo particularmente coincido en todo. Nunca mejor expuesto este tema.

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  2. Hola Yuliana, Llegué aquí por la mención que te hace @MiliberMancilla en su Twitter, leo muchos de sus artículos y, está recomendación me enganchó de inmediato con solo leer el título…
    Equidad – Respeto, dos palabras que amo, más que leerlas el implementarlas, o al menos tratar de hacerlo. Así que tú punto de vista ,en mi humilde opinión es justo e irrefutable, por supuesto, estoy en pleno acuerdo con él…
    Siendo madre soltera de 2 varones de padres distintos, algunos no entienden y en ocasiones hasta me reprochan el hecho de que aún creo en que debe existir Respeto y Equidad para ambos géneros por igual, que los deberes y derechos, aún no siendo los mimos, deben complementarse, es la que única manera de avanzar ( una opinión muy personal).

    *No me creo una super mujer por sacar mis hijos adelante.
    *Necesite ayuda? Por supuesto.
    *La figura paterna es insustituible.
    *Un apoyo nunca estará demás.

    Y en la actualidad agradezco muchísimo a la persona que decidió estar a mi lado , acompañarme y AYUDARME en mi día a día con mis hijos.

    Nunca entenderé por qué si la palabra MACHISTA es despectiva, la palabra FEMINISTA no los es…
    Gracias por tu artículo ,me encantó.

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  3. Esto es buscar justicia ante un problema que afecta a muchos, en verdad mujeres y ahora hasta hombres afectados, por muchos motivos.
    La verdad, yo como hombre: ya no me queda muy claro que es lo bueno y lo malo hacía una mujer…
    Teóricamente tengo conocimiento y razonamiento, pero no todos pensamos igual. El hecho de no pensar igual, es lo que lleva a un sistema para mantener el orden.

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    • Creo que lo que mencionas es la postura más sabia: reconocer que no sabemos tratar a un hombre como mujeres, o que no sabemos tratar a una mujer si somos hombres, nos permite escuchar al otro y a sus deseos específicos. Esa postura abre la puerta al entendimiento y al autoconocimiento de ambos 🙂 . Gracias por tu comentario, totalmente de acuerdo con que el hecho de que no pensemos igual promueve el orden.

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  4. Me gustó mucho tu artículo estuve de acuerdo con algunas de tus opiniones y respeto todo lo que dijiste.
    Esto es lo que creo: El feminismo no es lo contrario al machismo.
    Machismo:El hombre es superior a la mujer.
    Feminismo: Hombre y mujer (y otros) son iguales (esto se refiere a que ninguno es superior). Además el feminismo ayuda a toda la sociedad, no solo a las mujeres porque quiere acabar con el machismo que le ha impuesto a los hombres reglas absurdas como que no pueden sentirse vulnerables.
    Y lo contrario al machismo y a la misoginia sería la misandría, que es el odio a varones.
    El feminismo se llama así porque la lucha es por los derechos de la mujer así que es una manera de visibilizarlo, ya que si el movimiento se llamará solamente “igualdad de género” estaríamos negando que el problema durante siglos ha sido la superioridad que siente la población masculina a la femenina. Por ejemplo el racismo es un término que se usa cuando alguien está discriminando por la raza y para visibilizar el problema preferimos decirle racismo a solo discriminación.
    Tu artículo me dio mucho para pensar y estuve de acuerdo en que necesitamos revisar el papel del hombre y su masculinidad en la sociedad.

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