¿Qué es la justicia?: la ambigüedad de hacer lo correcto

Imagen de stock tomada de Pixabay, con edición posterior.

Ser imparcial, ser honesto, ser solidario son valores que se atribuyen socialmente a la descripción de una persona que hace lo justo; pero… ¿qué significa hacer lo justo? ¿de dónde vienen estos valores?, en realidad ¿qué es la justicia?

Las dudas en torno a este tema son innumerables. Si preguntásemos públicamente muchos dirían que todo se basa en hacer lo correcto; y tienen razón, hacer lo correcto es vital siempre y cuando tengamos claro que la verdadera ambigüedad reside en:

 

       ¿Qué es lo correcto y para quién?

Todos nos hemos encontrado con un dilema de ese estilo en el que observamos opiniones encontradas. Quisiéramos que fuese sencillo, pues muchos son los ámbitos en los que la respuesta a esto es necesaria y sumamente relevante, desembocando más allá de áreas legislativas.

No podemos evitar que mencionar la justicia o buscar el término a través de la web es toparnos con una idea que generalmente se adscribe en gran parte a un espacio político – penal; y sí, nuestros actos están supeditados siempre a leyes, juicios y condenas jurídicas. Pero ser justos no es solo ser políticamente correctos, también es importante aplicar la justicia (aunque aún no comprendamos del todo lo que significa) en cualquier interacción humana, e incluso en nosotros mismos, nuestras emociones y nuestras decisiones de vida.

Cada quien toma un rol para intentar crear en torno a sí un ambiente más justo, pero entonces, aún sin quererlo la base de lo correcto se vuelve subjetiva; así, la idea de la justicia es excesivamente compleja, pues a nuestros ojos vemos una perspectiva que quizá para otro sea totalmente distinta.

De tal forma volvemos al meollo del asunto, pues para entender de dónde viene nuestro concepto de lo que es o no correcto debemos dar un vistazo hacia el pasado...

La Libertad Guiando al Pueblo. (1830). Eugene Delacroix

¿Qué es la justicia?  historia, mitología y sociedad

¿Sería adecuado afirmar que la idea de lo que es justo es paralela al inicio del hombre?… No lo sabemos, pues en un principio éste se regía por acciones destinadas a su supervivencia individual; sin embargo, esto no quiere decir que no aplicase la justicia, sino quizá que no le era necesario pensar en su significado.

Así pues, el origen del término no es del todo rastreable, pero sabemos de que tras el beneficio de la vida grupal, se marca el inicio de un proceso en el que se requiere de normas para que la supervivencia en comunidad cubra a todos quienes la conforman, y es aquí donde inicia la justicia como concepto.

De este modo, a lo largo de los años un montón de vertientes han intentado crear el modelo perfecto, las normas correctas por las cuales orientar a las masas; normas que no se remiten inmediatamente a leyes penales y movimientos políticos, sino que nacen en mitos, creencias y religiones.

No podemos eludir el hecho de que el hombre se convierte en creador de historias y movimientos que más tarde instruyen a los demás a formar parte de un mismo eje. La mitología ha sido una buena influencia social junto a la fe y la filosofía, puesto que mediante ellas generamos justificativos de aquello que creemos es lo correcto; es así como los primeros intentos creados bajo el motivo de entender e intentar que otros entiendan el significado de qué es la justicia, encontramos figuras representativas como las de los héroes, las leyendas y los  dioses como Temis.

Paulatinamente el acontecer social comienza a forjar los criterios de lo justo; pero no sólo depende de narraciones y metáforas, sino de quienes imponen las partes que la sociedad debe adoptar de ellas y cómo evolucionan.

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¿Quién dice qué es la justicia y qué es lo correcto?

Numerosos y extensos han sido los debates que se han generado en torno a la pregunta de qué es la justicia y cuál es el camino para ejecutarla. Paso tras paso el avance de las civilizaciones va requiriendo nuevos modelos de justicia para estructurarse; ideal que ha girado requiriendo una figura que acredite públicamente la guía a seguir, ¿qué hace que escojamos a dicho líder?, según Todorov:

Lo que define al moralizador no es el contenido de sus convicciones, sino la estrategia de su acción… Convoca a la memoria, y en especial a la memoria del mal, para aleccionar mejor a sus contemporáneos.

(Todorov, 2002. P. 229)

En este dilema se han visto implicadas todo tipo de posturas sociales bajo autores como Sócrates, Aristóteles, Platón, Kant y muchos más; que debieron pasar antes por una reflexión individual de lo que es justo. Por consiguiente, cada pensamiento está influenciado por uno anterior que no necesariamente viene de una figura de renombre.

La respuesta es que la reflexión moral no es una empresa solitaria, sino un empeño público. Requiere un interlocutor; un amigo, un vecino, un compañero, otro ciudadano. A veces el interlocutor puede no ser real; puede ser imaginario, como cuando debatimos con nosotros mismos. Pero no podremos descubrir el significado de la justicia o la mejor manera de vivir por medio solo de la introspección.

(Sandel. 2011. P. s/n.)

Escogemos figuras que consideramos que tienen la sabiduría para expresar lo que merecemos, y que definen qué es la justicia según aquello que creemos necesitar, tomándonos de experiencias previas y resultados probables para formar cuestionamientos que llevan a otros distintos e incluso más profundos, en los que los conceptos sobre lo correcto se han apegado a ideas como la moral, el bien, la felicidad, la sabiduría o la igualdad.

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¿Qué es la justicia?: El dilema de la igualdad

Uno de los valores más mencionados cuando hablamos de qué es la justicia es el de la igualdad. Se dice que para hacer lo correcto debemos tomar en cuenta que todo sea dado por igual de manera que cada persona tenga las mismas posibilidades. El problema con ello es que entra en un terreno muy subjetivo, pues estar de acuerdo en tener lo mismo que otro, a veces no es del todo justo.

Autores como John Rawls, uno de los mas mencionados cuando se habla de justicia, afirman que para aplicarla debemos poseer un velo de objetividad que nos haga olvidarnos de nuestro contexto propio (orígenes, razas, géneros…), pero que aún siendo lo más equitativos posibles obtendremos desigualdad; hecho que se vuelve justo solo si quien está en menor posición es capaz de obtener también una respuesta digna. Por consiguiente, para Rawls es necesario que existan dos reclamos competitivos que no siempre resultan igualmente beneficiados, pues dependen de un agente externo que decida por ellos.

Sin duda, aunque nuestros modelos de justicia intenten ser lo más objetivos posibles, seguirán siendo relativos, pues quienes los conforman son sujetos, no maquinas. En consecuencia, a pesar de que intentemos no desviar nuestra mirada de las reglas siempre nos dejaremos llevar por pensamientos muy personales que se basan en lo que creemos correcto para cada situación, pero quizá lo que para una persona es bueno, para otra es lo mas temido; estamos destinados a pensar que damos lo merecido, pero bien podemos equivocarnos. 

No estamos obligados a elegir entre simpatizar con los asesinos y lanzar gritos de alegría cuando reciben la inyección mortal. Lo contrario del mal no es forzosamente un bien; puede ser otro mal

(Todorov, 2002. P. 34)

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Actuar por justicia o actuar por conveniencia

Si todo esto te parece demasiado confuso, es porque en realidad lo es; ciertamente, muchas veces actuamos con criterios que, aunque nos perjudican le traen beneficios a alguien más, atendiendo a la idea platónica de que la justicia debe ser voluntaria y que solo es feliz quien hace su vida para el bien común. Sin embargo, en ocasiones nos invade la duda de si el otro debe obtener el crédito porque de verdad lo merece, o solo porque lo necesita; entonces entramos en el pensamiento de que satisfacer nuestra propia conveniencia es lo justo (y sí, a veces es así; y a veces no).

Lo único verídico en este caso, es que siempre nos regimos por una dualidad: el bien (“lo correcto”) y el mal (“lo incorrecto”). En ocasiones lo justo es bueno para mi, otras resulta ser lo bueno para el otro, y veces lo bueno para ambos; todo depende de quién ejecute la decisión y de qué contexto rodee a los implicados, pues el verdadero rector de todo, es la moral.

¿En qué consiste la encarnación del mal en lo moralmente correcto? La respuesta no cae por su propio peso, pues los contenidos automáticamente asociados al bien y al mal no son inmutables, sino que cambian con el tiempo

(Todorov, 2002. P. 228)

En efecto, la respuesta a ¿qué es la justicia? Depende de cada uno de nosotros y el modelo que decidamos elegir; un concepto abstracto que todos requerimos en nuestras vidas y estamos en derecho de reclamar, frente a cientos de personas que aclaman por justo todo lo contrario, pues muchas veces la petición ajena es represora de aquello que sentimos merecer. Al final, la justicia ideal podría ser verdaderamente ciega.

La justicia absoluta es un ideal irracional.

(Kelsen citado por Nino. 1993. P. 63)

 

 

Bibliografías

Todorov, T, (2002), Memoria del mal tentación del bien, Barcelona, Ediciones Peninsula.

Nino Carlos S. (2016). Justicia. Doxa, n. 14 (1 en. 1993), p. 61-74

Sandel, M, (2011), Justicia ¿Hacemos lo que debemos?, Barcelona, Editorial Debate.

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Grecia Celeste

Soy una joven  exploradora de la imagen, la introspección y la literatura como maneras de inspirar y crear. Busco la conexión emocional y narrativa en cada proyecto;  indago, analizo… diseño historias.

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